Laicismo político ¿Formalismo constitucional?

estadolaico“Quien procura imperar el raciocinio externo, vivirá la sumisión de la argumentación.”

La religión ha sido y es una de las dimensiones propias de muchos hombres y mujeres. Es un conjunto de creencias o dogmas acerca de la divinidad, de sentimientos de veneración y de temor hacia ella. En las sociedades primitivas y antiguas, las normas religiosas y jurídicas aparecen confundidas como un todo inseparable, siendo solamente después de un largo desarrollo histórico, cuando el Derecho se desprende de sus fines ultraterrenos para convertirse en una institución netamente de regulación de conducta humana en sociedad.

En México, esto sucedió oficialmente desde la Constitución de 1857, en el gobierno de Benito Juárez portavoz de la frase “El respeto al derecho ajeno es la paz”, donde nuestro país se proclamó como un Estado laico. Posteriormente de igual manera en la actual Constitución de 1917, en el artículo 130, el cual establece que tanto la iglesia como el Estado, deberán permanecer separados determinando así, que el Estado debe de permanecer independiente de cualquier organización o confesión religiosa, y que además, las autoridades públicas no deben de adherirse públicamente a ninguna de estas y del mismo modo las creencias religiosas no deben de influir en la política nacional.

Aquí una transcripción del mencionado artículo 130 constitucional:

<<El principio histórico de la separación del Estado y las iglesias orienta las normas contenidas en el presente artículo. Las iglesias y demás agrupaciones religiosas se sujetarán a la ley. Corresponde exclusivamente al congreso de la unión legislar en materia de culto público y de iglesias  y agrupaciones religiosas […]>>

El Estado laico supone la nula injerencia de religión en el gobierno del mismo, esto quiere decir, en un sentido laxo, que el Estado debe de ser y permanecer neutral y no debe ejercer apoyo ni oposición de manera alguna a organizaciones o confesiones religiosas. Desafortunadamente esto parece no suceder en nuestro país, y constituye más que una simple estipulación en papel, puesto que, muchas acciones de pasadas y actuales figuras políticas incumplen con lo establecido en el citado artículo.

Uno de los ejemplos más claros es la participación del ex presidente de la Republica Felipe Calderón Hinojosa, en el “VI (sexto) Encuentro Mundial de las Familias” donde dando un discurso casi pro católico dijo: “Sean ustedes bienvenidos, como ya dijeron aquí los señores cardenales, a esta tierra de María Guadalupe y de San Juan Diego, también de los mártires de la persecución…” Este es tan solo uno de los ejemplos en donde la posición de Estado laico es totalmente abatida.

La política es pública, la fe es personal. Y al funcionario público (o aspirantes al puesto) que se le olvide esa regla fundamental de convivencia en una sociedad cada vez más diversa y plural, debería de ser penalizado. Año tras año, podemos observar las tradicionales fiestas de navidad, día de los reyes magos, entre otros variados festejos que irrumpen la creencia de un porcentaje mínimo de personas, por la de una mayoría. Esto nos dice que el Estado jamás llegará a ser totalmente laico, y que las tradiciones y costumbres parecen tener más peso que las normas jurídicas y los derechos natos del hombre.

Al decir que nuestro país no debe ni cuenta con una religión oficial, se debe asumir que todas sus oficinas e instituciones deben de permanecer al borde de toda festividad religiosa sin importar la cantidad de fieles de dichos credos. Esto es una vez más algo que no se lleva a cabo. Que un país se declare laico, no quiere decir que su pueblo también lo sea. Ante el Estado las tradiciones y costumbres tienen mucha importancia, tanta que hasta en nuestra Constitución, los actos que no estén regulados quedan sujetos a estas.

Las personas que queremos y creemos que es justo hacer de nuestro México un Estado totalmente laico, no centramos nuestras ideas en el destierre o abolición de las religiones, aunque en mi particular punto de vista, esto sería un gran avance y beneficio.

Laicidad no significa antirreligiosidad, sino tolerancia, libertad de expresión y pluralidad. Como ya lo dijo Concha Caballero:  “El laicismo, lejos de ser un arma contra tal o cual religión, es una garantía del respeto del Estado a la conciencia individual y es la base de una convivencia respetuosa con todas las creencias.” Dicho esto, yo les pregunto y me pregunto ¿Qué es justo? ¿Un país donde las creencias de todos y cada uno de los individuos sean respetadas por igual, o donde las de algunos prevalezcan?

Dinorah Sánchez Medina

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